lunes, 6 de julio de 2015

El Hombre sin parpados





Relatan algunos habitantes que hace tiempo solía verse a un hombre sin párpados deambular por los vagones de la línea de ferrocarril Mitre. Numerosos testimonios daban cuenta de que siempre subía o bajaba del tren en la Estación Coghlan. Sobre su aspecto circulaban distintas explicaciones. Según algunos, se trataba del alma de un muerto que se había suicidado arrojándose a las vías. Según otros, era un hombre de la zona que al momento de morir padecía una terrible infección ocular. Más allá de estas discrepancias, todavía muchos vecinos del lugar buscan en el andén los ojos del hombre sin párpados, a los que se le atribuyen poderes mágicos.

Sucede en las calles de Buenos Aires, una de las urbes más populosas de América del Sur. Una persona camina tranquilamente por aquí o por allá, generalmente a altas horas de la noche, cuando se topa con una extraña figura que parece seguirlo, aunque en forma errática. Cuando la extraña figura se acerca, el transeúnte nota que se trata de un hombre, de quien al principio no distingue peculiaridad alguna.
No obstante, luego de algunos instantes de nerviosa observación, el caminante comprueba que se ha dado de narices con el escalofriante hombre sin párpados.
¿Quién o qué cosa es el hombre sin párpados? Una antigua leyenda urbana lo señala como un hombre con un defecto congénito, privado de sus párpados al nacer. Su familia, supersticiosa en extremo, creyó que el bebé sin dudas era el producto de alguna operación satánica, y decidió deshacerse de él. A pesar de este acto de crueldad, de algún modo la criatura se las arregló para sobrevivir, y deambula hoy por las calles de Buenos Aires con aire de verdadera tristeza en sus ojos.
Las apariciones del hombre sin párpados pueden darse a cualquier hora del día, aunque son más frecuentes a la madrugada o durante una noche cerrada. El contacto con este misterioso sujeto no provoca daño alguno: todas las personas que han afirmado haberse encontrado con él sostienen que no intenta un ataque, ni provoca más alteraciones entre quienes lo observan que el miedo ante su figura.
Suele estar vestido de una forma humilde, a veces con ropas raídas y zapatos ruinosos; no es imposible que al principio sea confundido con una persona que vive en las calles. Jamás habla ni articula sonido alguno, tan sólo mira fijamente a los ojos de la persona a la que se ha acercado, como queriendo que ésta note su desgracia o su sufrimiento. Suele acompañar a quien lo ve durante algún tiempo, para después cambiar abruptamente de dirección y desaparecer en la lejanía.
Existe una característica en el hombre sin párpados que responde perfectamente al misterio de las leyendas urbanas: sólo puede verlo aquella persona a la que ha elegido acercarse: cuando aquéllos que tienen la oportunidad (no diremos la desgracia ni la dicha) de encontrarse con él se alarman por su presencia e intentan pedir socorro a los demás paseantes con quienes se cruzan por la calle, sólo obtienen como respuesta la misma alarma y la misma perplejidad que ellos sienten, ya que únicamente ellos pueden observarlos. Para un transeúnte común, el alarmado caminante elegido por el hombre sin párpados gesticula inexplicablemente sin motivo alguno. Tal característica hace pensar que el hombre sin párpados es un fantasma.
Si esta aseveración es correcta, entonces quizás estemos ante la presencia de un espíritu que ha encontrado la manera de comunicarse visualmente desde su ubicación en el bajo astral hasta el plano material en el que habitamos. Una teoría abunda al respecto (aunque, como veremos poco más adelante, no es la única): el hombre sin párpados es un poco conocido psicopompos, un guía de las almas de los muertos cuya misión es ayudar a los espíritus de quienes han fallecido recientemente a encontrar su camino a regiones más etéreas. Sin embargo, esta afirmación es contradicha por el simple hecho de que no se tiene conocimiento de que el hombre sin párpados se aparezca a personas que han muerto recientemente, sino que lo hace a individuos que se hallan vivos y bastante atemorizados de verlo. Demasiadas contradicciones para esta afirmación. Otra teoría, que cuenta con algo más de sustento, sostiene que el hombre sin párpados es la víctima de algún ritual vudú, de cuyos responsables y alcances no se conocen mayores precisiones.




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