sábado, 28 de marzo de 2015

Fernando Edmundo Sobenes Buitrón




Fragmento de la novela: El Visitante Maligno II de 
Fernando Edmundo Sobenes Buitrón.


" El ulular de una lechuza lo volvió a la realidad reparando en lo intimidante del sitio donde eligió detenerse a meditar. Estaba lejos del pueblo; en medio del bosque, alumbrado por las luces del automóvil que actuaban como haces protectores de la tenebrosidad a su alrededor que intentaba alcanzarlo y ocultarlo entre las sombras. El descenso de la temperatura se hacía evidente debido a una ligera capa de niebla que poco a poco iba ocupando el entorno y posándose sobre el agua, flotando de forma espectral como el aliento de una formidable bestia habitante del inframundo. El frío empezaba a envolverlo y sentía sus manos heladas, por lo que decidió volver al auto para regresar al pueblo.

Giró hacia atrás con la intención de volver sobres sus pasos, pero no pudo seguir avanzando. Algo lo hizo detenerse automáticamente causando que su alerta interna de pánico se activara encrespándole la piel como los pelos de un gato cuando arquea el lomo. A unos diez metros de distancia unas tétricas y difusas sombras de gran altura se hicieron presente delante del vehículo, cubriendo con su opacidad la luminosidad que despedía el coche y que dibujaba sus contornos. Las irreales imágenes emergidas de la niebla empezaron a tomar formas humanas, emanando una especie de humo negro que contrastaba con la luz procedente de atrás; poseían cabezas ovaladas, que remataban en cornamentas de venados. Esas espectrales imágenes habían formado una muralla sobrenatural que flotaba sobre el piso, mientras el hombre permanecía en el sitio pasmado por el horror de esa visión emergida de los lúgubres pantanos de la imaginación de un desquiciado……miró hacia los lados buscando una vía de escape para poder evadirse de esas dantescas apariciones, pero a su izquierda tenía la cabaña que se encontraba cerrada y sabía que de nada le serviría guarecerse en ésta, ya que aquellas cosas podrían franquear cualquier barrera debido a su condición etérea y sobrenatural. A su derecha se hallaba la vegetación con sus árboles oscuros y misteriosos que le condenaban a un extravío seguro ya que no conocía la zona. Tenía a sus espaldas el lago, ahora cubierto por una cortina de humo blanco tan densa que ocultaba el agua a la vista y una inmersión en el lago con ese clima tan gélido, le podría costar la vida debido a la hipotermia.
Haciendo un supremo esfuerzo por controlar sus temores y tratando de convencerse de que aquellas cosas no eran nada más que un producto de su imaginación, comenzó a caminar hacia adelante con dirección a esos seres espectrales; pero tan solo consiguió dar un par de pasos. Sus zapatos quedaron solados a la madera, bajó la vista para ver lo que le impedía su avance pero no puedo ver nada; las piernas no le respondían. Levantó la cara y para su pesar, las sombras comenzaron a acercársele levitando en forma silenciosa…"




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